sábado, agosto 11, 2007

Hadas en lo profundo del jardín (introspectiva impersonal)

Descansando de la ferocidad de aquellas intrascendencias, algunas más efímeras que otras, por relativa suerte, buscaba algún lugar donde reposar el subconciente. Cosa extraña, el subconciente suele mandar sobre uno y no al revés. De todas formas, reinaba ese instinto primal (casi una oposición a su naturaleza), ese escozor de las raíces, eso de lo que no nos podemos separar.

Esa sensación de atari nuevamente, y cómo ser un equilibrista constante. Y otro paso en falso y otra vez el vacío inmediato; sin embargo las transiciones eran largas, onerosas, pero en el fondo, imperceptiblemente necesarias.

Eventualmente pensó, sería amo de aquel jardín, y de aquellas trivialidades que siempre soñaba y pocas veces compartía. Pero el eco de la pregunta que no se cerraba, como se deben cerrar muchas cosas, seguía ahí. Había un factor fundamental que lo obligaba a renegar y combatir, por supuesto, inconcientemente.

Qué cuerdas manejaban el asunto, y cuál, si algún virtuosismo hubiese, sería el necesario para establecer esa ventaja esencial, esencial... y no tanto, si buscaba la coherencia manifestada (perdida, imposible, por supuesto).

Hizo algún intento. Luego otro. No, no, mejor no. O sí. A ver.

Agosto indican las tardes
que en grises y ocres callan
a pesar de estas murallas
que de tus ecos son calles
e invitan a lo profundo
para luego echar en cara
las palabras que negabas
en el sueño de lo absurdo.

Los silencios ya se imponen
en ese salon de espejos
en lo unísono de estar lejos
porque nadie escucha temores
y hablar solo es lo de menos
pero triste si es costumbre
y no queda quién alumbre
en otro jardín desierto.

Formas y formas. Las hay muchas, monótonas, pero hay vibraciones que, por fortuna, uno no controla. Si asi fuera, tendría sentido algo?

Entonces.

Hoy presté atención. Por un instante necesario. Lo escuché, me pareció absurdo y lógico. Casi demasiado bello para ser lógico. Y absurdo. Hay hadas en lo profundo del jardín. Eso lo sé, y no lo sé, pero en todo caso se hace evidente. Mejor obviar algunas cursilerías por definición (si, ese fundamentalismo te hizo un divertido daño, pero seguramente ya no estás por aquí para reprochármelo). Está claro, esa ciencia me lo indicó. Hay hadas en lo profundo del jardín que mueven los hilos para que todo eventualmente se incendie y resplandezca, o sea cenizas, o renazca, no importa. Qué mejor respuesta habría que alguna tan incuestionable, como improbable, como intocable.

Por esas cosas nunca me interno en lo profundo del jardín. O tal vez ya esté allí y no pueda salir.

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