domingo, septiembre 28, 2008


En éste tiempo del imaginario, o circunstancia de tantos años, he sentenciado los momentos, de alguna u otra forma han quedado, están presentes, me hacen. He observado por la mañana, frente al espejo, al hombre que soy tantas veces, demasiadas, destruido y renaciendo; pero nunca olvidando el orgullo. He visto mis manos cansadas, víctimas y culpables, de caricias latentes y artificios efímeros, aún vacías. Me he llenado con sonrisas sinceras, nunca están de más; de veros abrazos, palabras del alma. He regalado las mismas sonrisas, en la medida de lo posible. He visto, alguna vez, desplazarse al trueno entre las hojas, polaroids que la retina regala, que los sentidos atesoran. Amaneceres, incontables, con la certeza de que el próximo será mejor, más bello. He visto noches salvajes, resonando el espacio, tenues las luces, mi cara, la música y nada más. He estado en la epifanía de una nota preciosa, vibrante, he despertado a tiempo, he dado y recibido. Silencios también. He disparado sentencias con furia, respaldadas sólo por la pasión y nada más. He intentado entrar en el alma de las personas, para bien o para mal, combatir la indiferencia; fracasé muchas veces, otras tantas no.

Dicen que con la vida, con la vida vivida, los años cada vez son más cortos. Cuestiones de proporción, matemática de lo subjetivo, o viceversa, no importa. Nada nos cambia, igual, seguramente tomaríamos las mismas decisiones. Yo por lo menos. Es que, he visto, he hecho, he sentido tantas cosas, y siempre supe algo. Jamás vi nada como vos.

lunes, septiembre 01, 2008

Agosto

Agosto, semilla de una constancia, se confunde en el cemento que se eleva hacia el cenit. Es una nota punzante, tarde, muy tarde la conocí. Me guardé tantos milagros, cambié algunos por palabras, claves y gestos. Me desprendí de la rabia, desde el principio, porque no concibo el propósito. Y allí están los locos de agosto. Con los que vertimos presagios, en días de claroscuros, siempre hablando del alma. Tantos abrazos a la distancia, o en el mismo lugar, tantas noches sin calma, o con tanta. Me he dado cuenta que voy por los días juntando palabras, líneas, seis en una inmensidad que vibra, bajo mi pulso, bajo mi rayo, ese que corta la noche, como un tatuaje imborrable, desde la punta de mis dedos hasta el centro de mí.

La ciudad está mas gris que nunca, y esta lluvia ya cae a propósito. La brisa, sin embargo, enviada a alejarme de mí, de hoy. La brisa en la frente es algo. Nos muestra que nos estamos moviendo. Walk.

Hoy es hoy. Yo soy hoy. Yo soy mañana. Hoy es mañana.

It's all the same fuckin' day, man.

Los locos de agosto son llaves que no abren puertas, pero lo intentan. Que van tanteando las cerraduras de mi conciencia. Que van purgando lo más débil de mi espíritu. Son manos que se estiran para alcanzarme, que me levantan cuando caigo -siempre-.

Ahora mis manos recorren mi cabello, mirando una pantalla en negro, mi ciencia en blanco. Esa bombilla, engarzada allí, tal vez ahora un preciado tesoro, me apunta, dispara. Sonrío. Me escapo, una, dos, tres puertas, me escabullo afuera, sólo. Hay una luz blanquecina. Un espacio de tranquilidad. Enciendo otro cigarrillo, otro más. Las volutas de humo son perennes allí, las miro buscando formas. Silencio. Sigo sonriendo, no sé por qué. Será que todo me remite lejos.

Salgo. Un asiento vacío. Instintivamente extiendo mi mano, pero vuelvo, el semáforo. La vuelta, o un escape a algún lado, con los pensamientos a cuestas. Cada quién elije qué cruces cargar. Sonrío, sigo sonriendo, puedo.

Llega la noche, imparable. Branca se impone. Cigarrillo, Eva de azul, más bien de miel, y alguna otra expresión para la posteridad. Se extraña la adrenalina de un escenario, de esa oportunidad para romper de nuevo el cielo con un acorde sutil, con una voz que se haga familiar, poco a poco. Se anhela, ya vendrá. Y cada nota me lleva allí, por esa distancia las hago. Pero también porque estoy aquí, porque ésto soy yo.

Entre otra de mis locuras me definí de sysadmin bohemio. Así es como paso mis días. Corderos y serpientes. El cuervo, Hugin, quiere levantar vuelo. Tom, Jerry, Calamardo y demás, allí están, no me hacen quedar mal. Me falta un Pepe, una Penélope, ya lo haré, ya lo haré. Si tan sólo tuviese a Eva mientras compiling! Pero sonrío, sigo siendo yo. Arranco risas, puteo, construyo, destruyo, complico, soluciono, empujo, distiendo; intento, estoy, estoy.

Es que en agosto también fueron otros, fueron dos. Tal vez incendiaron julio. Tal vez otro mes, otro día, otro año, otro mundo. Tal vez uno de los dos ahora sonría, porque siente la brisa en la frente, porque está allí para esa brisa. El viento sopla por él. Porque quiere estar allí, en ese lugar, porque quiere. Porque hoy es hoy.

Porque tal vez ella esté lejos y de vez en cuando lo piense, cuando alguna música del mediterráneo le remita a él. Porque septiembre llega y no espera, y aún falta mucho tiempo, mucho.

Él está allí. Él la piensa y sonríe. Sonríe porque está, porque sabe quién és él, y no sabe nada más.