jueves, octubre 25, 2007

Un rayo que corta la noche


Sería un hipócrita
si volviese a resignar mi libertad.
Si soy un rayo
que corta la noche
-sin vanidad, a voluntad-.
Si soy el riesgo,
el seguro riesgo.
El legado intermitente
de lo que ya he legado.
La parte oscura
en la luz más sublime
que robé de algunas alas
-sólo sé robar lo mejor-
para hacer efímera
otra queja más.
La angustia que crece
y no nos afecta
porque allá lejos
el mundo empieza
y termina,
pero aquí cerca
vive, transcurre
y me alimenta
de piedades
y crueldades...

Que imparto
con voz serena
con pulso firme
impredecible
por seis caminos
bestiales
y no hay
no hay incienso a mis costados
aún.

La rígida indiferencia
ya no hace mella
en lo que espero
en lo que soy;
vacío entrego
y recibo
a quien lo suscriba
si sé callar tan bien
y romper el silencio
tan mal
pero con tanta
verdad.

La honestidad
es mi peor virtud
y mi mejor excusa.
A veces es como yo,
corta la noche.
Ese rayo estremece,
luego calla
pero no por siempre
volver es hermoso
y terrible.

Hasta la última vez
que desmenuce el rencor
o se haga cielo,
tiene la capacidad
la irreverencia
la inútil audacia
y no sabe huir.

Voy con él
soy él
atravieso el cielo
otra vez más
hacia abajo
o arriba
ilumino y me incita
todo me lleva
soy veloz
prepotente
despiadado.

Hasta que no haya noches que cortar.

viernes, octubre 19, 2007

Ruidos de amor

El vaso lleno
no me recordó
esta sensación
un cambio de suerte

La imágen llegó
no sé bien quién soy
hay ruidos de amor
y silencios fuertes

Tu visión de un Dios
se privilegió
perdí otra razón
para sorprenderte

No somos pasión
ni aquí en la traición
el frío empañó
las ganas de verte

Las horas arden y tu risa es el final
Pero el silencio que imponés me hace temblar
Quiero escapar de mis voces que me dirán
Que las distancias se han marcado de verdad

La misma canción
otra distracción
el mismo rencor
que nos hizo perderte

La puerta se abrió
el umbral ardió
tus ojos cortaron
las sombras sin verme

Después de tu voz
el órden tembló
las cosas que hicimos
hoy rondan mi mente

Por última vez
dijiste al partir
la sangre se apaga
el dolor es por siempre

Por qué mis ojos se cierran con la verdad?
Y mis pulsiones se arrebatan sin andar?
Por estas noches mis sueños se van al mar
Donde los lobos no alcanzamos a aullar


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Un tema hecho hace un tiempo, tal vez eventualmente sea un tema Null...

domingo, octubre 14, 2007

Cicatriz

Tal vez a veces exagere. Tal vez me deba a un recurrente eufemismo. Tal vez las noches se empecinen en hacerme ver las cosas que quiero ver -y no necesariamente las que anhelo-. Tal vez siga reclamando cosas sin sentido, aunque tengan tanto sentido, tanta dedicación, aunque haya tanto frío y sea insondable, aunque piense que tengo tanto para dar y demostrar. Tal vez sí, esa marca sí es para siempre, y la lleve con amor y tristeza. Pero tal vez me siga equivocando, aquí, con mi sangre; y allá, donde no hay nada. Tal vez crea que soy quien no soy. Tal vez sea verdaderamente un hipócrita, y no un loco. Tal vez ya no tenga mas Milagros para dar. Tal vez no deba pensar tanto en ésto. Tal vez ya tenga los ojos cerrados hace tiempo.

No puedo guardarme rencores por eso.

Hoy se ha roto un sueño, otro más, y no, no es el mío.

[...]
Y soy toda cicatriz,
y toda herida abierta
[...]

Pero tal vez, tal vez a veces exagere.

martes, octubre 09, 2007

El sereno y la lumbre

Temprano adormecía, aunque ya el sereno asomaba reclamando lo suyo. La ciudad era sólo testigo. A veces tu eclipse me hace temblar, recordé, mirándolo, mientras incendiaba otro. Yo no enciendo cigarrillos, yo los incendio.

La lumbre presagió una bocanada. Pero el humo no era nada allí, ya la bruma, como debía ser, abrumaba. El sereno aceptó la ofensa, la primera. Las estrellas no se esforzaron demasiado. Mi lumbre contestó. Un circulo de tiza rodeó la ciudad, como tantas veces, para que aquel boulevard sin nombre, tan cercano, aquella esquina en la cual ya los ruidos de la Metrópolis -nadie dijo que el ego fuera malo- que de tanta indiferencia aturdían, se hiciera cenizas. Ante la doble irrealidad de una sonrisa, casi cancelando, casi real.

Mi fuego, discreto pero constante, insistió. Yo no soy quien para juzgar a la luna, no, pensé. Es que hasta la luna sabe traicionar había dicho alguna vez; para variar, en esa semántica rígida, impersonal y fría, perdía. Pero qué sentido tenía la ciencia, es más, que sentido tenía ganar o perder allí... si la victoria es para uno solo.

No recaí, Carpe nocte, por lo menos concientemente. Yo tengo algo para él, él tiene tanto para mí, para nosotros. Siempre, por lo menos, iluminando las veredas, las calles del pensamiento. Tiempo, tiempo es lo que da, lo que le sobra. El sereno es generoso. Caminando acompaña, deteniéndome también. Y ahora mi lumbre se somete a ello, porque debe, porque tiene, porque nos gusta.

Lo bueno de todo esto es que todos pueden llamar al sereno. Sólo basta con incendiar un cigarrillo y levantar la mirada.