miércoles, noviembre 28, 2007

Ahora

Hay una necesidad de viento
en la espalda, que empuja hacia adelante
en la cara, que refresca y advierte
que queda poco tiempo

Hay un intervalo exquisito
suele pasar de noche, afuera
uno, más cigarrillos
la impiadosa circunstancia

Hay un estoicismo
casi heróico
y un error recurrente
porque no tengo nada qué decir
(nadie dijo que debías ser feliz).

Y donde todo estalla.

Hay un amigo muerto, el único
el mundo es un lugar injusto
y algunos hermanos del alma
lejos, o no tanto

Eva y su dulzura en la miel
y mi torpeza, mi furia
y también mi estrella
mis palabras

La tranquilidad del verde
el cielo que veo, las lluvias
todavía puedo mirar arriba
los árboles

Y donde todo estalla.

Tal vez debería
debería dejar de escribir
ahora.

miércoles, noviembre 21, 2007

Stone wings

Un ángel con alas de piedra cuida mis manos, mis ideas, se hace un pensamiento recurrente, como tantos otros, buenos y malos. Lo presento, lo exhalo, lo quiero compartir - pero suele pasar, su esencia fue confundida, y por ende despreciada.

Cabe aclarar, yo no creo en ángeles, pero creo en las alas, esas que llevamos todos y pocos sabemos (aquí reniego a la humildad) usar.

Lo interesante es que sus alas expían las nuestras. Lo admiro por eso, por esa intrascendencia que a la vez representa tanto. Sí, por una estética rígida, tan bellamente difícil de apreciar. Porque allí hay un mensaje, hay una visión propia, clara; y ajena, predecible. Y porque busco, como siempre, es lo que hago, más visiones ajenas, y no las encuentro. Tal vez que no las encuentre es la ironía. Sus alas de piedra son un aviso, un sacrificio. Un no perder el tiempo. Él me dice, en palabras de otro, "¿Qué otra cosa hacer? Ya sabés perder...".

A veces preferiría estar en otro lado. Es cuando recuerdo que mis alas no son de piedra. Que puedo hacerlo, pero no lo hago; que tenga ese poder no implica que deba aprovecharlo. Menos aún si ese otro lado no es junto a los que tienen un sueño que alguna vez compartí y ayudé a construir, pero ya no tanto; no sería justo, nunca fuí así (algunas cosas somos siempre, quedan para siempre, eso es innegable), pese a cuánto me dañe, cuánto resigne. Hoy, en esta eternidad efímera, tal vez sí, mis alas sean de piedra, pero igual ángel, estoy intentando.

sábado, noviembre 17, 2007

Lesa

Lesa tus ojos son
como dos perlas
que acuna el dolor

Y hay un sabor a sal
serán los restos
de lo que pasó
y pasará

Mientras te nombran
caen las bombas
Lesa tu sombra
llora

Lesa tiene un crisol
de miseria
en papel de votar

Sabe es peor estar
entre las garras
de algún general

Y somos tantos
aqui intentando
calmar tu llanto
Lesa...

Lesa tu humanidad
paga las culpas
con hambre y dolor

Te tiran a matar
en parlamentos
que escupen terror

Nunca perdones
ni olvides tu nombre
tarde ya no serás
Lesa


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Tema nuevo. Habla por sí solo.

martes, noviembre 13, 2007

Una excusa

Lunes, circa 22:30 hs. Un plug-off, lamentablemente cada vez más necesario, una excusa incendiaria. Una imágen recurrente (una frase redundante), mucho y tan poco en lo que pensar, una idealización, lo demás no importa, si no hay nada. Tribulaciones, abstenerse. Interpretaciones, adelante. A veces hay que darse cuenta que el mundo no gira en torno a uno.

...


Ángel, tus alas me matan, me niegan, y en un golpe de tus ojos caigo. Sos la justa verdad, no voy a esperar más. Tu risa despiadadamente silenciosa, tu correctitud. Sí, lo absurdo sigue siendo lo más importante, lo inconciente, lo primal. La perspectiva del desastre siempre te seduce, nos seduce, pero la satisfacción, ya sabés, es leve, cada vez más. Igual vas a la carga, adelante, mientras antes falles mejor, más tiempo para endurecer otras alas, otras ilusiones.

Perdón, ángel, ahora ya sabés qué no esperar cuando tengas que enseñarme de nuevo a caer, y a levantarme.

Ves el aire?

Eso mata cuando no hay nadie.

Ves la sangre?

Es la nuestra. De quién más?

Perdón, ángel, tu cara de piedra no inspira más que al terror.

No es tu culpa, es de ellos. No lo niegues (tres veces por lo menos, seamos fieles), yo lo he negado ya porque así me lo dijo la pulsión. Aquí sí puedo ayudarte, y envejecer antes que vos.

No me mires, ángel, ese no es tu trabajo. Así no te enseñaron, pero es más fuerte que vos. Sí, yo quité los árboles de tu rostro, saqué la sombra que te quitaba justicia. Yo necesito tu justicia, tu implacable sien. No hay noche, ni fin de la noche, ni interminable víspera si no está tu frente concentrada en la mía.

Ángel, algún día otro será yo, y ya tendré mis alas de piedra. Y cuidaré de vos.

domingo, noviembre 11, 2007

Un acorde menor

Hace unos años que había una luna esperándolo. Su amor por ella era un acorde menor, un puñal de indecisión, de intempestiva libertad. Pero si cambiara el viento, sería el riesgo, lo fué, no lo volverá a ser; la luna era todo lo que necesitaba.

Para I y G.

viernes, noviembre 02, 2007

Lobos y leones

Sí, han salido esta noche, como la anterior, como las pasadas, como lo harán las venideras.

Es un curioso respeto el que me atribuyo. No me siguen, no me huelen, no me sienten. O tal vez sí, pero sería extraño que en esta jungla particular, este bosque silencioso, esta ville des morts -casi una cosmogonía- la ley del más fuerte no existe.

No, precisamente, no soy el más fuerte.

Yace ahí el respeto que calculo. Que ahora analizo, como todo seudo placer intrínseco. Seguramente no deba, estoy perdiendo tiempo valioso. Pero volver a los vicios, esa nostalgia peligrosa, es tan... yo fuí uno de ellos. Deberían matarme, reclamar lo mío, pero no, debo ser muy humano para ellos ya, no soy un obstáculo.

Allí van ahora los lobos. Son bellos, saben lo que hacen. Hay algo de implacable en cada momento que conquistan. Quisiera volver a ser un lobo. A veces hablo con ellos, aunque no me comprenden. Yo sí. Creo que no conocen semántica alguna. Tal vez por eso dejé de serlo.

Y los leones. Nunca me han agradado. Pero están, también, de noche. A veces siento que me invitan, me reclaman. Yo, amablemente, los niego. Sigo mi camino. Cada vez me estiman menos. Sinceramente es una carga menos, me desligo de mis obligaciones de primer eslabón. Sí, siempre negué todo.

De vez en cuando lobos y leones se enfrentan. Y sí, prima lo salvaje. Aquello furtivamente estético que apreciaba, se hace trizas. Pero no elijo bando.

Yo no sé qué soy ya.

Tal vez la intervención que confunde, por suerte, del sol antes que la luna, aquella que trajo la Noche, como debió haber sido, haga más difíciles las cosas.

Por lo pronto, sé sentarme a esperar. Mientras pretendo que soy un lobo. O un león. Pero soy un hombre.


En esta ciudad de fieras
ya no soy el más feroz