lunes, octubre 13, 2008
Lejos de Fornobas
pour l'instant
tiene recuerdos hermosos. De correr, de esconderse. Nada lo detenía, sabía, era lo importante. Pronto aprendió a caer y levantarse. Sacudirse la tierra, limpiarse las rodillas. Todavía había mucho por correr. Para caminar.
alors
es bueno saber cuándo detenerse y cuando avanzar. Decidió avanzar. Fornobas seguía lejos, y tal vez no existiese, pero el camino es propio. Nunca sabiendo qué hacer, abriéndose paso entre una jungla de mentiras verdaderas, o verdades mentirosas.
depuis
Sentado a la vera del mundo, que tenía esa maldita manía de seguir, siempre seguir, nunca parar, buscando un golpe que acomode su cuerpo. El cigarrillo ya consumido, casi; una última bocanada por ahora. Pero no paraban de vibrar en el espacio, en el tiempo, mil recuerdos tan salvajes, despiadados, y tan bellos de otra vida vivida, o tal vez no.
No hay un sendero posible entre las vanidades del tiempo, sólo hay espacio vacío. El camino se abre a la fuerza, si en la oscuridad hasta un pequeño resplandor es un tesoro. Era un resplandor, una luz, buscando otra luz; los tenues impulsos son todo. Lo que te guía, bueno o malo el sendero, los pasos lo harán, para eso aprendes a correr, a caminar, a levantarte.
Guardamos los recuerdos bellos como malos, y tal vez los malos como los buenos. Será porque enseñan que habrá recuerdos mejores, que el tiempo es inclemente y piadoso, a la vez, por no parar.
Pero igual, nunca olvidaste Fornobas, pensaste en tu orgullo, en quién sos, en ella, siempre en ella, en qué pensar... decidiste sentarte a la vera del mundo a encender otro cigarrillo, tarareando otra vez esa nueva vieja canción... nada nos cambia...
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