La semilla de un invierno inminente nos encontró en un instante donde las dudas amenazaban, pero era sólo un pequeño salto al vacío, era todo o nada o la gloria; yo te confieso hoy que no lo sabía y mi ternura era incomparable, sólo un retoño del árbol que hiciste de mí - pero aún así mis raíces estaban tan firmes, eran los días que veíamos nacer y casi morir que nos alimentaban, que nos empujaban a ese salto...
Hoy todavia recuerdo y nunca lo olvidaré la luz de las mañanas y las tardes que compartimos antes de beber tu savia y perderme para siempre en las hojas de tu amor; ni el otoño que siguió y como tal no debía a esa furiosa aparición pudo hacer leña con el filo de la distancia aunque cerca estuvo pero firme allí yo estaba, sabía sin saber que en el invierno todo termina y empieza, sabía sin saber que yo te amaba y como tal era intocable, una locura así no termina nunca cuando empieza y es tan sincera...
Por esa locura desde el tallo hasta las hojas, porque ni el mar más grande del mundo pudo ahogar este amor, porque las millas y kilómetros pueden ser tantas pero estás aqui susurrándome al oído, esa hermosa aparición nocturna que de onírica sólo tiene una verdad, la única, que viajamos en un sueño intempestuoso y valiente, sólo por saltar al vacío y sin pensarlo es que a veces la locura nos hace tan, pero tan bien...
domingo, junio 20, 2010
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